
Los avances más disruptivos en nanotecnología en los últimos años han despertado un gran interés entre la comunidad investigadora por emular estos canales biológicos, atrayendo a los científicos hacia el desarrollo de nuevos métodos de síntesis que permitan crear canales análogos a los observados en las membranas celulares. En la práctica, la base fundamental de muchos de estos canales sintéticos (que necesariamente han de contar con una alta eficiencia selectiva en el transporte de iones y moléculas) son los nanotubos, pero por el momento tanto su diseño como su fabricación son aún un reto, ya que además de cumplir con la función asignada, estos nanotubos deben también demostrar que no resultan dañinos para las propias células.
Un futuro de estructuras tubulares nanoscópicas con multitud de aplicaciones sólo se hará realidad en la medida en que se hayan completado con éxito las distintas fases del conocimiento. Sería inviable imaginar un escenario de esas características sin haber obtenido previamente una comprensión detallada no sólo de los efectos que los canales sintéticos producen sobre las bicapas lipídicas, sino también de la influencia que la inserción de los nanotubos puede ejercer en la propia dinámica de la membrana celular. Ambos estudios apriorísticos son cruciales para mejorar el diseño de nanoporos biomiméticos -es decir, que imitan a los poros naturales- con el objetivo de garantizar que sean estables y reducir sus posibles efectos tóxicos.
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